El camión con el que se perpetró el ataque de Niza - AFP
El camión con el que se perpetró el ataque de Niza - AFP

Camiones, el terror sobre ruedas de la yihad

Los atropellos con vehículos no requieren experiencia ni entrenamiento

El terrorismo yihadista intenta adaptarse para infligir el mayor daño posible, y los ataques con vehículo son parte de esta estrategia. En menos de 10 meses, Niza, Berlín, Londres y Estocolmo han sido el epicentro de ataques con un vehículos como arma en Europa. Son fáciles de conseguir y, en determinadas circunstancias, pueden causar un gran daño.
El atentado de Niza consiguió marcar un precedente: perpetrado en julio de 2016 por un «lobo solitario» a bordo de un camión, mató a 84 personas. Sin embargo, esta estrategia no es nueva. En 2013, en Reino Unido, dos nigerianos pasaron por encima de un soldado con su vehículo y después le acuchillaron. En 2014 en Francia, un hombre al grito de «Alá es el más grande» causó varios heridos en otro atropello en Dijon. Fuera de Europa hay también casos anteriores, como en 2006 en Carolina del Norte (EE.UU.).

«La segadora definitiva»

La táctica se encuentra detallada desde hace tiempo en la propaganda yihadista. «La segadora definitiva», titulaba en 2010 una revista editada por Al Qaida. El artículo explicaba cómo utilizar un vehículo como arma de destrucción masiva. Pedía elegir lugares con el mayor número de peatones posible, y el menor de vehículos para evitar que le cortaran el paso. El lugar ideal: zonas peatonales del centro de las ciudades.

«Para conseguir una masacre enorme necesitas llevar el camión a la máxima velocidad a la que puedas controlarlo, ya que tenemos que aprovechar la inercia para golpear a tantas personas como sea posible en el primer intento», decía el artículo. El mismo esquema que también siguió en diciembre de 2016 el atacante de Berlín, que asesinó a doce personas en un mercadillo navideño arrollándolas con un camión.

Daesh también hizo su propio llamamiento poco antes del atentado de Niza. El ya fallecido Abu Mohamed Al Adnani, entonces portavoz del grupo yihadista, pidió a sus seguidores que en lugar de viajar a Siria o Irak hicieran la guerra santa en sus propias casas. «Si no podéis hacer explotar una bomba o disparar una bala, haced lo posible para encontraros con un infiel francés o americano y rompedle la cabeza con una piedra, matadlo a cuchilladas o atropelladlo con vuestro coche, tiradlo por un barranco, estranguladlo, envenenadlo», dijo.

Sin necesidad de adiestramiento

La escasa necesidad de adiestramiento y preparación es el punto fuerte de este tipo de ataques. El Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. emitió en 2010 una alerta a la Policía en la que advertía de la posibilidad de que se cometieran ataques con vehículos en lugares con un gran número de personas.

Según indicaban, esta estrategia es atractiva para los potenciales atacantes porque les ofrece la oportunidad de realizar atentados sin armas de fuego o explosivos y con el «mínimo entrenamiento o experiencia previa». En definitiva, no hace falta ser miembro de una célula terrorista ni tampoco viajar a Siria para adiestrarse.

Por ello, son ataques difíciles de prever, pero sin la confluencia de varios factores -calles pequeñas, grandes aglomeraciones...-, el daño es menor. De hecho, hasta el atentado de Niza el número de víctimas en estos casos era bajo. El ataque de Londres, en el que Khalid Masood arremetió con un vehículo contra los viandantes del Puente de Westminster, se ha saldado con cinco muertos.

Mientras, diversos países de Europa intentan tomar medidas para proteger a los ciudadanos. A la fuerte presencia de las fuerzas de seguridad se suman otras medidas de cara a eventos especiales. El pasado fin de de año, Berlín colocó bloques de hormigón frente a la puerta de Brandenburgo para cerrar el paso a la plaza Pariser Platz. En Roma se prohibió el paso de camiones al centro y se instalaron barreras en las rutas más turísticas, mientras en Madrid se instalaron maceteros y bolardos.