Escuela de bloqueadores y de políticos
Con cohetillos y banda, la Alcaldía cruceña anunciaba en días pasados un fabuloso plan para mejorar el tráfico y el transporte en la ciudad de los anillos colapsados. Tenían listo un complejo de órdenes y de prohibiciones para el transporte interprovincial. Movían paradas, cerraban unas calles, abrían otras. Todo listo para salir del caos salvaje. Con una sonrisa de oreja a oreja publicaron felices su ordenanza. Fue cosa de minutos. En seguida brotaban como hongos los folclóricos bloqueos y resonaban insultos y amenazas. La sonrisa se congeló en mueca de desconcierto. Faltó tiempo al ministerio de Gobierno para sumarse al absurdo y a las autoridades municipales para dar marcha atrás. Las dos autoridades, de la mano, suspendieron todo. Pidieron perdón. Retiraron las órdenes y rompieron en pedazos las flamantes normas. Encarpetaron las urgencias y olvidaron el caos.
No servimos para ser corredor bioceánico. Para salir al Pacífico Brasil construirá carreteras por el norte y por el sur de nuestro país. Sabe que en Bolivia no hay libre tránsito por nuestras carreteras. No servimos para producir nada que haya que transportar a compradores lejanos. Todo se pudre en nuestros caminos eternamente bloqueados. No servimos para que nos visite el turismo de ninguna parte del mundo. Saben todos que en nuestros caminos corre peligro su vida y corre peligro el más bello plan de viaje. Nuestros niños aprenden que si quieren un dulce deben bloquear la carretera más concurrida y solo la deberán abrir cuando corran las autoridades a entregarles el dulce y a pagarles daños y perjuicios por la tardanza.
Alcaldía y ministerio nos han dado una clase magistral de suicidio nacional. Nos han enseñado que el atrevido que paraliza el país, consigue cualquier capricho. Nos han explicado con chuis cómo un grupo minúsculo puede imponer su voluntad a todo el Estado Plurinacional. Nos han demostrado cómo se tumban normas y órdenes, sirvan o no. Pero han enseñado mucho más. Han dado una clase vivencial, una demostración práctica, de cómo no se debe gobernar. Anunciaron que presentaban una inteligente y científica solución ciudadana, pero al retirarla sin más, muestran que su solución no importa, que no interesa, que es una ocurrencia superficial de la que se puede prescindir. Si se podía dar marcha atrás tan fácilmente, ¿para qué la imposición inicial? ¿Por qué imponen lo que no es necesario? Si hacía falta la norma, ¿por qué la retiran? Si no hacía falta, ¿por qué la dieron?
En fin, no hay respuestas. Los gobiernos municipal y nacional no saben a dónde van ni qué pretenden. Para eso maquinan desesperados para prolongar su mandato. En el intento hacen más ingobernable y más pobre a este pueblo. Quizás, porque en río revuelto se pesca mejor que en el Banco de la Unión.
No servimos para ser corredor bioceánico. Para salir al Pacífico Brasil construirá carreteras por el norte y por el sur de nuestro país. Sabe que en Bolivia no hay libre tránsito por nuestras carreteras. No servimos para producir nada que haya que transportar a compradores lejanos. Todo se pudre en nuestros caminos eternamente bloqueados. No servimos para que nos visite el turismo de ninguna parte del mundo. Saben todos que en nuestros caminos corre peligro su vida y corre peligro el más bello plan de viaje. Nuestros niños aprenden que si quieren un dulce deben bloquear la carretera más concurrida y solo la deberán abrir cuando corran las autoridades a entregarles el dulce y a pagarles daños y perjuicios por la tardanza.
Alcaldía y ministerio nos han dado una clase magistral de suicidio nacional. Nos han enseñado que el atrevido que paraliza el país, consigue cualquier capricho. Nos han explicado con chuis cómo un grupo minúsculo puede imponer su voluntad a todo el Estado Plurinacional. Nos han demostrado cómo se tumban normas y órdenes, sirvan o no. Pero han enseñado mucho más. Han dado una clase vivencial, una demostración práctica, de cómo no se debe gobernar. Anunciaron que presentaban una inteligente y científica solución ciudadana, pero al retirarla sin más, muestran que su solución no importa, que no interesa, que es una ocurrencia superficial de la que se puede prescindir. Si se podía dar marcha atrás tan fácilmente, ¿para qué la imposición inicial? ¿Por qué imponen lo que no es necesario? Si hacía falta la norma, ¿por qué la retiran? Si no hacía falta, ¿por qué la dieron?
En fin, no hay respuestas. Los gobiernos municipal y nacional no saben a dónde van ni qué pretenden. Para eso maquinan desesperados para prolongar su mandato. En el intento hacen más ingobernable y más pobre a este pueblo. Quizás, porque en río revuelto se pesca mejor que en el Banco de la Unión.
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