El presidente de Ecuador, Rafael Correa, anunció esta semana que impulsará una reforma constitucional para abrir la puerta a la relección indefinida de todos los cargos electivos, incluido el primer mandatario, confirmando así la tendencia a los intentos de concentración del poder en ciertos países de América Latina.
De la mano de su movimiento Alianza País, Correa fue elegido por primera vez en noviembre de 2006 con una amplia mayoría de votos, iniciando así un nuevo modelo político y económico en un país sumido en la corrupción y el desgobierno. En abril de 2009, el mandatario ganó la relección, igualmente, con más del 50% de los sufragios, apoyo que le permitió consolidar su proyecto político enmarcado en la ola de gobiernos de izquierda vinculados al movimiento bolivariano del expresidente venezolano Hugo Chávez.
Por la reforma constitucional de 2008, Correa interpretó que el de 2009 era su primer mandato, por lo que fue relegido por tercera vez en 2013, lo que significa que su mandato deberá fenecer en 2017. Pero las ansias de poder son mayores que las leyes para Correa y su movimiento político. En este marco, el mandatario ha propuesto modificar la Constitución a fin de garantizar la continuidad de su denominada Revolución Ciudadana. La Corte Constitucional tendrá que elegir el mecanismo para modificar la Carta Magna, en caso de seguir el pedido de Correa. Las opciones están entre una enmienda o una reforma constitucional.
La diferencia radica en que la primera la aprueba la Asamblea Nacional (donde el partido de Gobierno tiene 100 de los 130 escaños) mientras que la segunda requiere que se convoque a un referéndum a nivel nacional. Está claro que el líder ecuatoriano no hace la propuesta sin saber que tiene todas las fichas políticas para avanzar en esa línea.
El caso ecuatoriano se vuelve aún más preocupante si se tienen en cuenta las diversas medidas que Correa y su movimiento político han puesto en marcha contra los medios de comunicación independientes, lo que ha afectado de forma sensible la libertad de prensa en el hermano país sudamericano. El planteo continuista de Correa confirma que uno de los pilares de los gobiernos de izquierda en la región es la concentración del poder en todos los planos posibles. Venezuela, Nicaragua y Bolivia han seguido el mismo tren de forzar las leyes para perpetuarse en el poder. Sin duda, esto pone en riesgo la alternancia en el poder, uno de los principios del juego verdaderamente democrático.
Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero