Cuando se dictó la sentencia que condena al chileno Juan Pinochet (nombre supuesto) de 28 años a 4 de prisión por haber cometido una increíble estafa contra la Caja de Seguridad Social, se conocieron algunos detalles que resultan interesantes.
Juan trabajaba para la Caja Social en la sección de atención a los asistentes de los minusválidos. Recordemos que algunos de éstos necesitan hasta tres asistentes por día, 8 horas cada uno. El chileno que recibió toda su formación en Suecia, se ingenió para cancelar salarios a los asistentes de minusválidos ya fallecidos y transferir los pagos mes tras mes a cuentas indebidas de él mismo, de su primo también chileno, de la esposa de ésta y hasta de sus padres. El dinero fluía y fluía hasta alcanzar nada menos que 36 millones de coronas(5 millones 500 mil dólares aprox.) y nadie lo habría descubierto de no ser uno de los bancos Swedbank que alarmó a las autoridades por las abultadas transferencias.
Lo cierto es que varios factores como un exceso de confianza, tímidos e ineficientes contoles llevaron al delincuente a exhibir lujo y gastos dispendiosos como la compra de un chalet en casi 6 millones, un Porsche Cayenne, otro Carrera, un Volvo todos de lujo, relojes como Rolex, Breitlin, Tag Henuer, muebles, obras de arte y viajes a Chile y muchos otros derroches. Lo extraño es que su entorno sueco, no se hubiese extrañado que con el ingreso normal de la pareja de 239 mil coronas por año se pudiera realizar tan grandes gastos. Ahora guarda prisión y está condenado a pagar de regreso los 36 millones más gastos judiciales y otros. La condena se extendió al pariente condenado a dos años de cárcel, a la mujer de éste que tendrá libertad vigilada.
Es lamentable que justamente dos latinoamericanos resultaran siendo autores del robo del siglo, utilizando las normas burocráticas que suponen plena honestidad en los funcionarios que manejan valores fiscales.
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