Hasta hace 100 años, Suecia era un país relativamente aislado. Entre las edificaciones viejas todavía se ven vestigios de su soledad y aislamiento. Comparada con otras civilizaciones de Europa, el Reino es homogéneo en lo cultural, linguístico y étnico. Suecia arrojó una emigración próxima al millón y medio de ciudadanos que se fueron a Estados Unidos principalmente entre 1830 y 1860. Suecia era pobre, con grandes problemas sociales y humanos de modo que sus ciudadanos veían en la emigración una salida a sus inquietudes. En realidad salieron tantos como un 25% de la población total de aquellos años.
Luego de la primera Guerra y especialmente durante la Segunda se dieron grandes cambios y el Reino conoció un boom económico e industrial increíble.Entonces se dió el fenómeno contrario Suecia empezó a recibir grupos de países en conflicto y abrió sus puertas a la mano de obra en forma creciente y sostenida, tanto que hoy en día entre el 12 y 14% de su población total de casi 10 millones, son inmigrantes venidos de 40 diversas nacionalidades.
Si añadimos a la cifra anterior los hijos de los inmigrantes tendremos cerca de dos millones llegados de Turquía, Líbano, Asiria, Etiopía, latinoamérica, especialmente Chile que llegó a tener una colonia próxima a los cien mil ciudadanos, aunque en la actualidad se estima que no sobrepasan los 50 mil, en menor cantidad están los centroamericanos, peruanos, bolivianos, argentinos, uruguayos, colombianos, etc.
La transformación democráfica ha conllevado grandes cargas para la sociedad sueca. Los grupos han tenido dificultades serias para incorporarse al mercado de trabajo y a la sociedad, aunque las consecuencias favorables que se menciona pocas veces han convertido a Suecia en una sociedad multicultural, con horizontes amplios, y se ha convertido en más amplia, de mayor receptividad y creatividad.
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